Olga Méndez: Una vida dedicada a la cultura y la tradición en Garzón

Por: Anyely Vanessa Durán

En el corazón de Garzón, Huila, Olga Méndez se erige como una figura emblemática de la cultura y las tradiciones locales. A sus 75 años, esta incansable gestora cultural ha dedicado más de la mitad de su vida a preservar y promover el patrimonio intangible de su tierra. Desde la gerencia de la emisora ​​comunitaria Sabambú FM hasta la dirección de la Fundación Cultural Bolivariana de Garzón, su legado es un testimonio de amor por lo propio y de compromiso con la comunidad. 

Olga no solo lleva el título de gestora cultural; su historia está profundamente entrelazada con la identidad huilense, pues se ha convertido en un referente de la preservación de la identidad huilense, un faro de tradición y cultura para su comunidad. Durante más de medio siglo, Olga ha trabajado incansablemente para fortalecer y difundir el patrimonio cultural intangible de su región, dejando una huella profunda en todos aquellos que han tenido la oportunidad de conocerla.  

Su vida está marcada por una pasión desbordante por las costumbres locales, un amor inquebrantable por Garzón y un compromiso firme con el bienestar de su gente. Como directora de la Fundación Cultural Bolivariana de Garzón y al frente de la emisora comunitaria Sabambú FM, Olga ha logrado consolidarse como una de las principales gestoras culturales de Garzón. Su labor ha trascendido más allá de proyectos y actividades; se ha convertido en un testimonio de la importancia de la cultura como motor de identidad, cohesión social y desarrollo comunitario.  

Un primer contacto con la cultura huilense

La historia de Olga en el mundo cultural comienza en 1965, cuando, siendo aún una joven, representó al municipio de Garzón en el Reinado Departamental del Bambuco en Neiva. Ese fue su primer contacto con las raíces culturales de su tierra y, como ella misma reconoce, fue un momento que marcó el inicio de su incansable labor por preservar y fortalecer las costumbres locales. El bambuco, el sanjuanero y otras expresiones folclóricas se convirtieron en su pasión, pero también en su misión: transmitirlas a las futuras generaciones.  

Con una mirada nostálgica, recordando aquellos primeros pasos que dieron forma a su legado cultural reconoce que la labor que ha desarrollado a lo largo de los años está motivada por una visión clara: recuperar y preservar las tradiciones, pero también conectar a los más jóvenes con la historia de su pueblo. Para Olga, el trabajo cultural no es solo una cuestión de conservación, sino de creación de conciencia sobre el valor de lo propio y la necesidad de compartirlo.  

Al frente de la Fundación Cultural Bolivariana de Garzón, Olga ha llevado a cabo una labor destacada en la recuperación y difusión del patrimonio local. Entre sus más notables logros está la serie de libros Reminiscencias Garzoneñas, un proyecto que ha dado voz a los habitantes del municipio, permitiéndoles contar sus historias, leyendas y tradiciones a través de la escritura. Este esfuerzo no solo ha sido una forma de preservar la memoria colectiva de Garzón, sino también de involucrar a las nuevas generaciones en el proceso de construcción cultural. “Escribir estos libros ha sido nuestra forma de preservar la memoria de Garzón”, dice Olga con orgullo, recordando cómo cada relato ha contribuido a tejer un tapiz que une a jóvenes y adultos en torno a la identidad cultural de su municipio. A través de la literatura, la Fundación ha logrado crear un puente entre el pasado y el presente, entre los más experimentados y los más jóvenes, garantizando así que las tradiciones se mantengan vivas.  

La gastronomía como legado cultural

Olga no solo ha trabajado en el ámbito literario, la gastronomía también ha sido una de sus grandes pasiones, especialmente la que refleja la identidad de su región. En 1979, junto a su esposo, Olga creó un plato que rápidamente se convirtió en un emblema gastronómico de Garzón: el Arroz Tapado. Este plato, que nació de una combinación improvisada de ingredientes, no solo es un reflejo del ingenio y la creatividad de la cocina local, sino también un símbolo de identidad que ha trascendido fronteras.  

Hoy en día, el Arroz Tapado es reconocido no solo por los habitantes de Garzón, sino también por los turistas que llegan a la región, atraídos por la promesa de saborear la tradición en cada bocado. En su último libro, Reminiscencias en Fogón de Leña, Olga recoge este plato junto a otros de la gastronomía huilense, demostrando cómo la comida es también una forma de preservar y transmitir la cultura. 

Otro de los mayores logros de Olga ha sido la dirección de la emisora comunitaria Sabambú FM, que lleva ya 25 años en funcionamiento. Desde su creación, esta emisora se ha convertido en un verdadero espacio para la comunidad, un medio de comunicación que no solo difunde las tradiciones de Garzón, sino que también le da la palabra a los que la necesitan. En un mundo cada vez más globalizado, donde las grandes corporaciones dominan los medios, mantener una emisora comunitaria es un acto de resistencia cultural.  

“La emisora es la mejor herramienta que pude encontrar para mi trabajo cultural”, asegura Olga, destacando cómo, a través de Sabambú FM, ha logrado que la música tradicional, como el sanjuanero y el bambuco, sigan siendo parte del día a día de los garzoneños. Además, la emisora se ha convertido en un espacio de aprendizaje, un punto de encuentro donde las generaciones se conectan, se enriquecen mutuamente y se apropian de su patrimonio cultural.  

Un legado de amor por la cultura que trasciende el tiempo 

Lo que verdaderamente define a Olga Méndez es su amor profundo por Garzón, por su gente y por su cultura. Durante toda su vida, ha trabajado para que las futuras generaciones no solo aprecien sus raíces, sino que también se comprometan con ellas. “Los jóvenes sí leen, pero es fundamental que los padres de familia inculquen a sus hijos el amor por la lectura”, afirma con firmeza, reafirmando su creencia en la educación cultural como un pilar para el desarrollo personal y colectivo.  

Para Olga, la cultura no es solo una tradición que se debe preservar, sino una herramienta para el crecimiento y la transformación de la comunidad. Su labor ha demostrado que la cultura no tiene que ser algo aislado o distante, sino que debe estar al alcance de todos, sin importar su condición social o ubicación geográfica. Y a través de su trabajo, ha logrado precisamente eso: llevar la cultura a cada rincón de Garzón y hacerla accesible a todos.  Imagen que contiene alimentos, tabla

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Hoy, Olga sigue siendo una de las grandes gestoras culturales de Garzón. Su vida, marcada por su dedicación al arte, la cultura y el bienestar de su comunidad, es un ejemplo claro de cómo el trabajo cultural puede ser transformador. Ha demostrado que la gestión cultural no es solo una actividad profesional, sino una vocación, un compromiso con la gente y un acto de amor por la historia, las tradiciones y el futuro de su comunidad. En cada rincón de Garzón, su legado sigue vivo: en las historias contadas, en las canciones que resuenan en el aire, en los platos que evocan memorias del pasado y, sobre todo, en el corazón de las nuevas generaciones que han aprendido a valorar lo propio.  

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