¿Emprender o rebuscarse la vida?

Por: Anyely Vanessa Durán

La romantización del emprendimiento ha ganado fuerza en los últimos años al hacerla ver como el saiyajin de la superación personal. Esta premisa es impulsada por una cultura que celebra la independencia financiera, la innovación y la posibilidad de “ser tu propio jefe”. Sin embargo, esta visión idealizada a menudo oculta la verdad más cruda de lo que en realidad significa emprender, especialmente en contextos locales donde las personas se ven obligadas a buscar alternativas de sustento debido a la falta de oportunidades laborales.

Si bien es cierto, aunque día a día incrementan las personas con iniciativas prometedoras, no hay que caer en el discurso que han implantado desde la narrativa del éxito las grandes empresas y hasta el mismo gobierno. Esta visión, aunque inspiradora, tiende a simplificar el proceso de emprender, pasando por alto los desafíos, el estrés y la incertidumbre que conlleva. En lugar de reconocer el emprendimiento como una opción de supervivencia en muchos casos, se glorifica como una elección de vida llena de pasión.

Un claro ejemplo donde esto se puede evidenciar con facilidad, son las redes sociales que están llenas de historias inspiradoras de personas que han dejado sus trabajos corporativos para seguir sus pasiones y así lograr construir grandes cimientos de superación económica desde cero. Lo que precisamente hacen las redes sociales es romantizar el ejercicio verdadero de emprender sin abordar las causas profundas del desempleo o la falta de oportunidades y por el contrario se promueve la idea de que cualquiera puede triunfar si simplemente lo intenta lo suficiente, ignorando las desigualdades y las barreras sistémicas implantadas en el país.

El panorama del emprendimiento en Colombia tiene una gran aceptación social, ya que esta actividad consiste en crear, diseñar y llevar a cabo iniciativas de negocios, bien sea fabricando un producto u ofreciendo un servicio. Ahora bien, el papel que desarrollan los gobiernos es fundamental y clave para entender el uso de la palabra “emprender” para la economía del rebusque en Colombia. Los distintos planes que lanzan al público los gobiernos en su afán por acumular economía, tener ocupadas a las personas y hacerles pensar que realmente se les están dando ayudas, lo único que hacen es implantar un falso discurso de crear e innovar para disfrazar y romantizar el ejercicio de rebusque en la economía del país.

En Colombia los procesos de ventas empresariales empezaron a surgir a comienzos de la década de los 70 evolucionando y sufriendo múltiples caídas debido a los desarrollos y acontecimientos sociales del país. Así, a través del tiempo el emprendimiento se fue conformando como una de las vías más efectivas para luchar contra el desempleo y generar ingresos económicos propios. Es necesario cuestionarse ¿por qué la carga de emprender va toda para los jóvenes?, esto se puede explicar fácilmente con la mágica fórmula del

desempleo juvenil en Colombia. Según el DANE, la tasa de desempleo de la población joven se ubicó en 21,3%, registrando una disminución de 3,3 % frente al trimestre de enero a marzo del 2021 (24,6%). Para los distintos planes de gobierno y sus “ayudas de empleo y emprendimiento a los jóvenes” es fácil dar un discurso de generación de empleo mediante la idea de ensueño de emprender y haciéndola ver como el camino más fácil para los jóvenes. Todo esto lo único que hace es poner en un papel desesperante a la población (mayormente juvenil) de pensarse en actividades de rebusque, trabajando en lo que sea sin tener en ningún horizonte el hacerlo por gusto si no porque les toca.

En definitiva, es importante reconocer que, para muchas personas, emprender no es una elección romántica, sino una necesidad. La narrativa que rodea al emprendimiento debe ser más realista y empática, reconociendo las diferentes motivaciones y realidades detrás de esta actividad. Esta noción romántica propone que ejercer la práctica del rebusque, no es otra cosa que ser un emprendedor autónomo que está luchando por la economía del país, creando e innovando por el bien común. Pero, por el contrario, la realidad es que las personas se rebuscan la vida en diferentes ejercicios autogestionados debido al mal mercado laboral que se ofrece y a las desigualdades sociales.

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