El congresista de la extrema indiferencia y la deshumanización

Por: Anyely Vanessa Durán 

Madres de falsos positivos critican a Polo Polo por desechar botas de  exposición artística: “Es un atropello a la memoria”

El 13 de noviembre de 2024, el congresista Miguel Polo Polo protagonizó uno de los momentos más indignantes de la historia reciente del Congreso al tirar a la basura una representación artística creada por las Madres de Soacha, en la Plaza Rafael Núñez. Las botas intervenidas representaban a las víctimas de los falsos positivos, un crimen de lesa humanidad en el que más de 6.400 jóvenes fueron asesinados por las fuerzas militares y presentados como guerrilleros caídos en combate. La actitud de este “congresista” no solo fue un desprecio hacia las víctimas de este genocidio, sino también una muestra de insensibilidad por parte de un personaje público que usa el sufrimiento ajeno como un simple juego político.

Las Madres de Soacha, junto con otros familiares, llevan más de 16 años luchando por justicia. A pesar de la indiferencia del estado y la revictimización de quienes intentan ocultar la verdad, estas mujeres han convertido su dolor en un movimiento por la verdad, la memoria y la justicia. La instalación de las botas en el Congreso no solo era un homenaje a los caídos, sino un acto de resistencia contra la impunidad que sigue vigente. Sin embargo, Polo Polo, en un video que compartió en sus redes sociales, tiró las botas a la basura y ridiculizó el sufrimiento de esas madres. Incluso llegó a decir, sin ofrecer pruebas, que alguien había pagado a “estos campesinos” para ensuciar el Congreso. Con estas palabras, intentó desacreditar el dolor de las víctimas y convertir un acto simbólico de justicia en una humillación pública.

El homenaje que Polo Polo despreció era un testimonio del sufrimiento de miles de familias, un sufrimiento que, ante la indiferencia estatal, ha encontrado en el arte una manera de mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos. Las botas representaban la ausencia forzada de jóvenes, cuya única culpa fue ser pobres en un país que no les ofrece oportunidades. Tirarlas a la basura no fue un acto político, sino un desprecio absoluto por la dignidad humana, por el sistema de justicia y por la memoria histórica. El congresista no solo atacó a las madres de Soacha, sino también a todo un sistema de justicia, al cuestionar la legitimidad de su lucha y sugiriendo que alguien les pagaba por protestar. Este discurso es irresponsable y perverso, ya que intenta deslegitimar una de las atrocidades más documentadas del conflicto colombiano. Según la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), estos crímenes no fueron hechos aislados, sino una práctica sistemática de lesa humanidad. Este acto no solo ofendió a las víctimas, sino que también se burló de las instituciones encargadas de velar por los derechos de las víctimas. 

El caso de los falsos positivos sigue siendo uno de los más oscuros y dolorosos de la historia de Colombia. Más de 6.400 víctimas fueron asesinadas y presentadas como guerrilleros caídos en combate, muchos de ellos eran jóvenes de escasos recursos. Estos crímenes son un ataque no solo a la vida, sino también a la dignidad humana. El desprecio de Polo Polo hacia las víctimas de los falsos positivos refleja la impunidad que persiste en Colombia con respecto a muchos crímenes del conflicto armado. Aunque la JEP ha avanzado en el reconocimiento de la responsabilidad de los actores armados, el rechazo hacia estos procesos por parte de ciertos sectores políticos demuestra que la reconciliación y la justicia aún son tareas difíciles de alcanzar. Polo Polo no es un caso aparte, sino parte de una corriente de odio y negacionismo que busca borrar la memoria histórica y justificar la violencia.

Su actitud contribuye a perpetuar un ciclo de violencia, revictimización y deshumanización. La política de la extrema derecha que representa Polo Polo no solo niega los crímenes de lesa humanidad, sino que también fomenta el odio y la división social, creando un ambiente donde el respeto por las víctimas y la búsqueda de la verdad se ven como amenazas. En lugar de fomentar un diálogo por la justicia y la reparación, Polo Polo se dedica a alimentar la división y a atacar a quienes han sufrido las atrocidades del conflicto armado. Es urgente que la sociedad colombiana y sus instituciones rechacen con firmeza estos actos de odio. No podemos permitir que el Congreso de la República sea un escenario donde el dolor de las víctimas se reduzca a un juego político. 

Las madres de Soacha y todas las víctimas de los falsos positivos merecen respeto, justicia y la oportunidad de sanar sus heridas. El acto de Polo Polo debe servir como recordatorio de que aún hay mucho por hacer en términos de memoria histórica y reparación. Mientras figuras como él sigan en el poder, el país seguirá siendo un lugar donde las víctimas luchan por la verdad y el reconocimiento de su dignidad humana en vano. Es hora de que el Congreso y todos los sectores políticos comprendan que el respeto por las víctimas no es negociable. La memoria histórica de los falsos positivos no debe ser manipulada ni destruida. Es un patrimonio del país, una herida que, aunque no pueda cerrarse por completo, necesita ser tratada con el respeto y la compasión que cualquier ser humano merece, en este proceso que busca la no repetición, homenajear la memoria y seguir luchando por la dignidad de las víctimas no hay lugar para personajes como Polo Polo.

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